martes, 28 de octubre de 2014

Comentario al Envangelio

Comentario al Evangelio.  Semana XXX del tiempo ordinario

La palabra de hoy es un evangelio que para nosotros los cristianos es la clave de todo, la clave de bóveda sobre la que se va a apoyar todo el arco.
Cuando le preguntan a Jesús cuál es el precepto fundamental de la ley, Jesús responde con el precepto fundamental  de la ley. Había tantísimos preceptos que podría haber escogido cualquier otro, pero coge este y esto ya es una elección designadora. Este es entre todos el primero: “Amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Este es un precepto muy parecido a otros que en el mundo oriental y en otras civilizaciones ya existían en el tiempo de Jesús, es decir esto no era lo nuevo.
Lo nuevo lo vamos a escuchar un poquito más tarde y con otras preguntas, otras cuestiones y con otros intereses, donde Jesús va a desplegar realmente cuál es el precepto de la nueva ley. Este precepto es cojo, porque si amáramos al prójimo como yo me amo a mí mismo no sabría amar; si la referencia es como yo me amo a mí, es un amor muy limitado, porque yo sé cómo me amo a mí. Si todos los que estamos aquí miramos ese amor de cómo me amo a mí sin duda diríamos: “No, este no puede ser el modelo, de ninguna de las maneras puede ser el modelo, porque yo a veces no encuentro motivos para amarme porque yo por mí mismo no puedo encontrar las razones ni siquiera para salvarme de muchas acciones mías cometidas en mi vida. No soy el modelo, la referencia no es esa.”
En este evangelio Jesús lo deja muy claro el mayor precepto de la ley: Amarás al Señor por encima de todas las cosas y amarás al otro como yo te he amado.
El punto de comparación es distinto: no es como yo me amo a mí, como yo te amo a ti sino que a partir de ahora, como Él me ha amado a mí intentaré amarte a ti. La referencia ha cambiado totalmente, el punto de comparación ya es otro pero además hay una clave fundamental ¿Y si yo no he conocido ese amor? ¿Y si yo no he creído en él? Por eso encontramos que San Juan la clave del amor la pone en estas palabras: “Hemos creído  en el amor” porque cuando uno tiene experiencia de que le han amado a él con un amor como el de Jesús, pleno, total, infinito, incondicional, esa sí que es la clave de bóveda, ese amor te capacita para amar. ¡Haber creído en ese amor!
Dice San Juan ‘haber creído’ porque el Señor nos ama pero ¿y si yo no lo creo? ¿Y si yo me empeño en no creerme ese amor? No podré amar, me he incapacitado para amar y San Juan con esa sabiduría que tiene da en la clave cuando dice: Es que nosotros hemos creído en el amor que Dios nos tiene y por eso podemos amar.
A veces empezamos a amarnos cuando alguien nos dice: te quiero. A veces decimos: yo creo que soy un desastre, pero si alguien que me quiere me dice ‘te quiero’, me provoca lágrimas, me hace pensar que posiblemente sea como la otra persona dice, empiezo a cuestionarme mi falta de amor a mí y digo: el amor que me viene de un Tú, de otro, es el único que puede ratificar mi Yo en la vida, porque yo no tengo a veces posibilidades de llegar a la verdad.
Pues que será cuando yo he conocido el amor de Dios y el amor de Dios me ha nombrado por mi nombre, me ha elegido, me ha revestido, me ama constantemente, me lo dice, me acompaña con ese amor. Evidentemente si yo creo en ese amor, ese amor me capacita para amar.
Confiad en el amor, en el verdadero amor, aunque para llegar al verdadero hay que dar a veces muchas vueltas. Pero hay que apostar por el verdadero continuamente porque es por lo que estamos aquí: para encontrarnos con ese amor de Dios. Ese es el fundamento: Dios es amor, y es por donde hay que empezar la catequesis.
Haber conocido este amor nos hace entrar en la dinámica de este amor. Si no, es imposible. Y habernos creído no que el amor parte de mí y que yo soy la referencia del amor, sino que la referencia del amor está arriba, es Él y creo en ello. Esto es una dinámica que me hace capaz de amar, porque no hago más que recordar cómo me han amado a mí y entonces inmediatamente yo me pongo a amar como me han amado a mí, como Él nos ha amado. Amaos los unos a los otros no como os amáis los unos a los otros a vosotros mismos; amaos los unos a los otros como Yo os he amado.
Vamos a ponerlo en práctica, vamos a vivir así porque cambia todo y para esto hay que estar mirándole a Él, mirando a Jesús porque se nos olvida, pero es verdad que el mundo cambia con esto.


Este es un tema esencial del corazón y de la vida, vamos a agradecer esta página y todas las páginas del evangelio que nos van desglosando y enseñando este amor de Dios.

1 comentario:

  1. Es como mirarse al espejo... si pones un rostro feliz con una actitud amorosa, es eso mismo lo que verán los demás y el reflejo que el espejo te devuelva es lo mismo que recibirás de tu prójimo... da amor y recibirás amor. Bendiciones para todas!!!

    ResponderEliminar